sábado, 18 de diciembre de 2010

El error de Zapatero


La situación en las encuestas del PSOE y su más que previsible descalabro electoral en las próximas convocatorias, de no surgir alguna cuestión que por su trascendencia produzca un vuelco, no se puede achacar exclusivamente a la situación económica y sus consecuencias en el mercado laboral y la economía de las familias. Tremendos fallos, algunos casi infantiles, ha cometido y comete este Gobierno y su presidente para llevar a su partido a la situación actual. Y lo más preocupante no son los errores en sí porque como dice el refrán de ellos se aprende; el problema fundamental es la falta de visión estratégica del presidente y de sus asesores en la distribución de roles y el reparto de responsabilidades. Se trata de una cuestión de comunicación social que, parece mentira, está siendo gestionada por Zapatero con la más absoluta de las ignorancias.

Me explico. Zapatero asume el papel de malo en la anterior legislatura porque entiende que su liderazgo será más fuerte si personalmente, ante los medios de comunicación, es la única cara del ejecutivo. Con una situación económica boyante se hace rodear de ministros mediocres que tienen claro el papel protagonista, único protagonista, del presidente. Los leales son mantenidos; los rebeldes y críticos son cesados.

La crisis cambia radicalmente el escenario. Con demasiada frecuencia es necesario salir a la palestra para comunicar malas noticias y para anunciar medidas impopulares. La oposición se hace fuerte en la crisis y Zapatero queda excesivamente expuesto. Él tiene que responder, poniendo su imagen, ante el paro, la crisis, el recorte de derechos, las amenazas de los mercados,…

Percibe que la crisis no puede ser gestionada con floreros y nombra primeros espadas como ministros, incluso gente defenestrada dentro del aparato, con la finalidad de afrontar la compleja situación con personas más preparadas, con más carisma y experiencia desde el punto de vista político. Aparecen los rubalcabas, pepiños, jaureguis,… Pero comete un nuevo y grave error: el protagonista, el actor principal de la nueva obra de teatro a la que se debe enfrentar es el ministro de Trabajo (reforma laboral, desempleo, edad de jubilación,…) y pone a su frente a un sindicalista con la intención de aplacar la furia de los agentes sociales ante los pasados y previsibles recortes sociales. Pero, o las conversaciones previas al nombramiento no han sido claras o las ambiciones le han abocado a asumir el cargo a cualquier precio, el caso es que parece que Gómez no tiene demasiado clara la necesidad imperiosa de esos recortes y menos la de poner su bigote delante de las cámaras. Esquiva los medios para evitar tener que poner su cara ante la supresión de los 426 euros y la subida de la edad de jubilación y ahí tenemos un nuevo error de Zapatero, error mayúsculo: anunciar que la edad de jubilación se elevará hasta los 67 años. Con todos los matices que quiera, pero se elevará.

¡No hombre, no!, Zapatero!. Esto lo tiene que decir un Secretario de Estado o como mucho un Ministro. El presidente tiene que dar la imagen simpática y amigable del gobierno. Los malos tienen que ser otros. Me sorprende que algo tan elemental como el poli bueno y el poli malo no sea aplicado por Zapatero. González empezó a caer cuando su malo, Guerra, desapareció de la escena; Aznar aprendió que le era más rentable rescatar a su malo, Cascos. ¡Parece mentira!.

No sé quien lleva las riendas de comunicación de Moncloa. Pero desde luego como todos quieran ser los buenos y Zapatero siga, por ignorancia o por vanidad, siendo el malo, la hecatombe del PSOE va a tener magnitudes bíblicas.

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