Olvida el Sr. Domínguez que muchos empezamos a comprar sus trajes porque rompió con la identificación entre elegancia y encorsetamiento. Dulcificó vestir de traje y supo hacer ropa que compaginaba perfectamente elegancia con comodidad. Para los que pasamos del vaquero a la necesidad de llevar traje supuso un alivio llevar prendas que te hacían distintamente elegante pero sin perder juventud, frescura, comodidad,… En definitiva, rompías con los estereotipos y las viejas formas. Y muchos pagamos bastante más por seguir vistiendo cómodamente elegante y por todo lo que representaba casi inconscientemente llevar un “Adolfo”: el progresismo en la buena costura.
Y esto no lo debería olvidar el Sr. Domínguez. Su negocio pasó a conocer el éxito empresarial porque muchas personas, hombres y mujeres progresistas, decidimos comprar sus prendas. Y lo decidimos porque un sistema democrático permitió que las viejas estructuras tradicionales fuesen, en contra de su voluntad, cediendo paso a otro modelo social en el que nuevos colectivos fueran adquiriendo un determinado poder adquisitivo que les permitía poder pagar bastante más por llevar la ropa de les gustaba y que representaba sus valores.
Adiós. Desde hace más de 20 años todos (y digo bien, todos) los trajes que he comprado han sido de esta firma. En los últimos años, con la venta por Internet, ha entrado otra marca en mi armario pero puedo afirmar sin excederme que a lo largo de mi vida he comprado cientos de prendas de A.D. La última ha sido ese traje que enseñé orgulloso a mi amiga y que me ha hecho conocer las cosas que este señor lleva por su cabeza. Desde hace años me molestaba que en todas las etiquetas apareciese el made in China, India, Vietnam,… La maldita globalización hace que casi toda la producción se lleve hacia estos países exclusivamente por criterios económicos. Y como prácticamente todas las marcas hacen lo mismo, no se le podía reprochar al Sr. Domínguez la deslocalización de sus empresas. Pero que vaya por el mundo justificando sus desatinos empresariales por las políticas progresistas y cargando contra los malditos trabajadores es demasiado. A lo mejor Don Adolfo (quizá esta denominación le empiece a resultar más cómoda) pretende que Europa se parezca a Taiwan, China, Indonesia,… pero los trabajadores europeos seguimos pensado, - creo -, que el movimiento acertado es el contrario, que ellos se parezcan cada vez a nosotros. Y en ese entorno, hay empresas competitivas con los mismos derechos y legislación laborales, que triunfan y cada día venden más. A lo mejor tiene algo que ver la clase empresarial, ¿no?.
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