domingo, 19 de febrero de 2012

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación...


Dice el Presidente del Gobierno que la reforma laboral es justa, buena y necesaria.
Lo de necesaria, el tiempo lo dirá con la creación de empleo, el aumento de la contratación y el descenso del paro. Los otros dos adjetivos son más que discutibles.
Si el sentido de la justicia del Sr. Rajoy en las relaciones laborales es poner todo el poder del lado de los empresarios, puede afirmarse que es tremendamente justa porque con esta reforma el empresario puede hacer y deshacer a su antojo. El trabajador únicamente tiene la posibilidad de aceptar esas condiciones o dejar la empresa con una indemnización reducida.
Sobre su bondad, habría que preguntarse para qué. Si su bondad radica en la creación de empleo temo que se trata de un error de diagnóstico porque el problema de nuestra tasa de desempleo y de nuestra incapacidad para crear empleo no es una cuestión jurídica sino de competitividad. Nuestras empresas no son eficientes y, en un mundo globalizado y deslocalizado, son incapaces de dar servicios o crear productos competitivos. Desde luego, el poder que esta reforma da al empresario en la fijación de condiciones de trabajo no parece que vayan en la línea de conseguir empresas bien gestionadas y donde la motivación del trabajador sea un elemento clave para esa finalidad.
Sí tiene razón el Sr. Rajoy en que la reforma no es un objetivo sino un medio; un medio para conseguir la creación de empleo y el descenso del desempleo. El contador se ha puesto a cero y ahora veremos los resultados que consigue. Parece que la precarización laboral está garantizada; veremos también si lo es la creación de empleo.   

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