Aprovechando los primeros calores del año, la familia Montes
se reúne al aire libre para dar buena cuenta de un asado de cordero. Se acerca
la cuaresma y es bueno ir llenando el estómago con esas exquisiteces que luego
estarán prohibidas para todo buen cristiano. El tema central de conversación de
hoy no podía ser otro que el 11M y la famosa conspiración, que tantos éxitos
cosechó en el mundo de las derechas, liderada por El Mundo.
En esta ocasión rompe el fuego el cura dominante haciéndose
eco del cambio radical de postura del famoso periódico dando por cerrada,
después de 10 años de dar la matraca con pocos argumentos y muchas mentiras, la
participación etarra en el atentado. ·”De sabios es rectificar”, es todo el
argumentario justificativo a esta larga década. El otro cura le habla al aire
de sus llegadas y salidas de los andenes de Atocha cuando participa en alguna reunión
en la capital.
El ex guardia civil, en tono enojado, maldice el cambio de
rumbo de El Mundo y su bajada de pantalones ante el poder cuando todo el mundo
decente sabe que fue obra de ETA y que la patraña de los árabes fue inventada
por Zapatero y sus amigos rojos de la Guardia Civil para ganar las elecciones. “A
Pedro J. lo han echado y el nuevo sabe que tiene que decir lo que le manden
porque si no lo ponen también de patitas en la calle. Toda la gente de bien
sabe que fue una cosa preparada por los rojos para hundir a Aznar”.
El padre, en un acto de coherente hipocresía, reconduce el
tema hacia la verdadera intención de Pedro J. “Qué fueron los moros, no hay
ninguna duda. Pero había que decir que había sido ETA para quitar de enmedio a Zapatero,
que no habría ganado las elecciones ni de lejos de no haber sido por el atentado. Con lo cual la postura de El Mundo
era totalmente legítima para quitar a un gobierno que no tenía ninguna
legitimidad”.
“¡Ves! – dice la recién casada – ya sabía yo que Pedro J. y
Franco eran dos buenas personas que sólo procuraban el bien de su país. Los dos
se vieron obligados a tomar postura para salvar a España de gobiernos ilegales.
Claro, no me extraña ahora, oyendo vuestros argumentos, que Zapatero fuese un
maldito republicano”.
La hija, siempre en el tono pusilánime de la que espera una
fuerte reprimenda, contrapone el siguiente argumento: “Han pasado diez años
desde el atentado y El Mundo ha estado erre que erre con la dichosa conspiración.
Un error mantenido durante tanto tiempo bien merece una explicación. No basta
con que salgan los directivos del periódico a decir que ahora creen que ETA no
tenía nada que ver”.
La madre salta: “Todo el mundo tiene derecho a rectificar.
Tú también te has equivocado muchas veces y no por eso hemos dejado de
quererte. Valiente, la niña, que viene a dar lecciones sobre las equivocaciones
cuando tendrías que estar con la boca
bien tapada”. Esta salida de la madre provoca tanta tensión en la reunión que
unas furtivas lágrimas recorren el rostro enrrojecido de la hija. Para rebajarla,
la confidente lleva la cuestión a su terreno: “Lo que no me explico es como Ágata
Ruiz de la Prada puede vivir de sus diseños con lo feos y lo caros que son”.
El hijo tiene otro tipo de preocupaciones. “Me parece que
estas moscas nos van a joder el asado”.
Y en la soledad del váter, el eterno ausente de la silla
vacía, analiza la imposibilidad de utilizar un deportivo biplaza para cometer
un atentado. ¿No hay sitio para meter las bombas?.
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