Mis previsiones no se cumplieron, y bien que me lo recuerdan
algunos cercanos, cuando pensaba yo que el gobierno de Mariano no duraría mucho más allá
de un año. Evidentemente me equivoqué pero mi fallida premonición no se basaba
sólo en un deseo personal – que también – sino que venía avalada por una
realidad social que, sospechaba por aquel entonces, asfixiaría de forma
traumática al ejecutivo hasta dejarlo en la inacción.
Con todos mis respetos hacia
los ilusos, algunos ya sospechábamos que la cuestión del paro no tenía una
solución tan sencilla como la que proponía el entonces jefe de la oposición:
cuando desapareciera del mapa Zapatero y
llegara Mariano al poder la creación de empleo surgiría como lo hace la luz con
cada amanecer. Y además, este milagro se produciría sin tocar la sanidad ni la
enseñanza; sin subir impuestos ni bajar salarios; sin reducir servicios
públicos ni minorar las pensiones. Todo era cuestión de confianza y para darla
quién mejor que el mundialmente conocido por su eficacia y profesionalidad: el famoso
Mariano.
Con su paro galopante y el incumplimiento evidente de sus
promesas electorales, bien es cierto que todo justificado por la herencia
recibida de Zapatero y por haber vivido por encima de nuestras posibilidades, otros temas de evidente gravedad vienen a agriar todavía más la amarga realidad: un señor llamado Bárcenas, nada
más y nada menos que aupado a la máxima responsabilidad de las finanzas del PP por
Mariano, es pillado con las manos en la masa y acusa con pruebas a los máximos
dirigentes del PP de cobrar sobresueldos, participar en mordidas, adjudicar
irregularmente contratos públicos,… Toda una trama organizada por el mayor
partido del país para financiarse ilegalmente, con el conocimiento, participación
y beneficio de los máximos jerifaltes.
Al tiempo que un día tras otro se van conociendo más
desmanes del PP – cuentas en Suiza, cacerías millonarias, garajes
con coches de lujo, vacaciones de ensueño,… - también día tras otro se
incrementan las listas del paro, se desahucian personas, se quitan becas, se bajan
sueldos y pensiones, se corta la dependencia,…
Pero para sorpresa de algunos, entre los que me incluyo, el PP sigue gobernando y haciendo lo
que ellos llaman reformas. Han pasado más de dos años y ahí siguen gobernando y
“reformando”. Y los sondeos electorales proclamando que al día de hoy siguen
teniendo una intención de voto más alta que cualquier otra opción política, con una mayoría que piensa que todavía la herencia recibida tiene recorrido y que algunos vivían estupendamente por encima de las posibilidades de los demás. Para mi modestamente es incomprensible y creo que si estuviéramos hablando de
otro país de nuestro entorno hace mucho tiempo que la ciudadanía habría exigido
tomar partido directo ante semejante despropósito. Pero aunque se nos llene la
boca de nuestro carácter latino, con sangre caliente e inquietud vital, aquí los
dictadores se nos mueren en la cama después de soportarlos o vitorearlos durante casi medio siglo.
Y el CIS viene a aderezar la ensalada diciendo que nuestra
preocupación por la corrupción alcanza cuotas históricas. Debe ser la
preocupación que tienen los del PP por los Ere´s de Andalucía y los del PSOE
por la Gürtel, o viceversa, porque un país que realmente tuviese esa preocupación por la inmoralidad de la clase política en términos generales, con la situación
social en la que nos movemos, hace tiempo que hubiese tomado alguna decisión
más allá de los lamentos plañideros y las lágrimas de cocodrilo. Así que seguiré
aguantando estoicamente las bromitas de los conocidos, aunque siga pensando que
las quejas sociológicas son dosis de hipocresía y que una sociedad responsable y madura hace tiempo que hubiese exigido que al menos la indecencia no fuese una característica intrínseca de muchos de nuestros gobernantes.
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