miércoles, 30 de marzo de 2011

La ilusión del optimismo vital


Hablaba ayer, en una conversación casual y circunstancial, con un votante del PP sobre la primavera árabe. Su teoría, coherente como todos los sistemas que han funcionado durante años por muy aberrantes que fuesen, es que todos estos gobiernos que van a aflorar en el norte de África pueden estar llenos de integristas religiosos que nos compliquen la vida a los occidentales. Él sabe que soy progresista y, por tanto, ponía un exceso de cuidado en sus comentarios para evitar manifestar lo que realmente opinaba: que todos estos moros están más atados y, por tanto, nosotros más seguros con tipos como Mubarack y Gadaffi. Mientras hablaba, yo negaba o afirmaba, a medias, con gestos y movimientos de cabeza que manifestaban cierto desinterés, o interés muy limitado, para hablar de este tema con alguien que sé anticipadamente cómo opina y que difícilmente será posible siquiera una aproximación en las opiniones.

Pero, también insospechadamente, hizo una afirmación rotunda que me obligó a replantear mi dejada actitud inicial hacia la conversación: todas las religiones, sean del signo que sean, no traen más que problemas. Sin ser tan rotundo, sí estoy de acuerdo con este planteamiento. Contesté, interesado en esta opinión manifestada por un señor de derechas, que efectivamente el origen de muchos conflictos es religioso y, cuando no lo es, se utiliza la religión para manipular las adhesiones. Ejemplos sobran porque lo excepcional es lo contrario.

Su lógico planteamiento – volviendo al principio – residía en la idea de que lo interesante para nosotros es que los países sean controlados por personas pendientes de nuestros intereses. Con este planteamiento, la lógica puede aplicarse desde Marruecos hasta China: los derechos humanos y civiles de los ciudadanos de esos países deben estar en un segundo plano y supeditados a nuestros intereses. Y si bombardeamos Libia y apoyamos a los manifestantes de la plaza de El Cairo, porque nos arrugamos ante China en vez de promover revueltas en Pekín. Es grotesco que alguien que ve peligros en los países próximos, pretenda aplacarlos proponiendo su extensión hacia otros países; pero ya se sabe que la lógica de derechas es simplificar hasta el absurdo.

Evidentemente, sabemos que geográficamente esta primavera humanista llegará hasta donde Obama, Sarkozy, Cameron y pocos más quieran. Y que hoy por hoy un levantamiento en Tianamen daría como resultado una masacre educadamente condenada por los países desarrollados; y sabemos que esta realidad es profundamente injusta e hipócrita porque se basa en la lógica del mercantilismo; y sabemos también que unos miles de kilómetros más al sur países enteros son masacrados sin el menor interés internacional porque, además de negros, no tienen petróleo, ni gas, ni nada de nada,… Todos sabemos esto, pero que lo defienda un señor de derechas no deja de tener gracia. China se cocerá en su jugo como los caracoles. Todo progreso conlleva inexorablemente exigencia de calidad de vida y de respeto de los elementales derechos humanos y civiles de sus protagonistas y, más pronto que tarde, la clase media china exigirá elecciones libres, democracia y control de la acción de gobierno. Eso, toquemos madera, lo veremos sin ninguna duda. El resultado es inversamente proporcional: la política tendente a conseguir el mayor índice de crecimiento en el PIB chino, supone menor tiempo de permanencia en el poder de su esquizofrénica clase política. Lo de la primavera árabe me tiene entusiasmado. ¿Cuándo caerá Gadaffi? ¿Y Siria?. ¿Quién ganará las elecciones egipcias? ¿Juzgarán a Ben Ali y a Mubarack?. Miles de apasionantes preguntas con miles de posibles respuestas. Y además hace replantearme mi bien informado pesimismo vital, porque:

- por primera vez en la historia reciente los levantamientos populares son apoyados casi con unanimidad por las primeras potencias poniendo como primer interés la vida y los derechos de las personas.

- esto no lo llegaremos a ver, pero sólo pensar en un mundo democrático y civilizado donde todos los gobiernos sean elegidos por sufragio universal y en donde cada cierto tiempo los ciudadanos puedan manifestar electoralmente sus predilecciones en función de cómo le vayan sus cosas y cómo le hayan tratado sus dirigentes….

- si el mundo árabe fuese capaz de mostrar la mundo gobiernos que respeten los derechos humanos de sus ciudadanos y los derechos civiles del resto de la humanidad...

- si los occidentales llegáramos a la conclusión de que el mundo no es de nuestra propiedad y a comprender que el mismo miedo que tenemos a los posibles extremistas árabes es el que pueden tener los árabes de Bush, Aznar o Le Pen.

- y si, finalmente, los occidentales fuésemos un mínimo de inteligentes, sólo un mínimo, y llegásemos a la conclusión de que nuestra seguridad es mucho mayor con democracias árabes. El terrorismo y el extremismo son mucho más peligrosos sin salidas que con posibilidades de influir. Las ollas a presión explotan por la ausencia de escape; si lo hay, silban y tiran vapor pero no estallan. Parece mentira que un país que ha sufrido tantos años de dictadura no sea capaz de sacar conclusiones sobre su pasado inmediato; parece increíble que no sepamos leer, por ejemplo, el contraste entre la importancia del partido comunista y de las simpatías cómplices de los etarras en los últimos años de la transición y en la actualidad. Ya no recordamos al rojerío dándose de baja del Partido Comunista; ya no recordamos aquello de “algo habrá hecho” cuando ETA asesinaba a generales y guardia civiles,…

Y mi obsesión de estos días...: Sra. Soraya ¿es Vd. nuclear, muy nuclear, poco nuclear, nada nuclear, bastante nuclear?...

lunes, 28 de marzo de 2011

Yo no quería pero...


El presidente de Murcia, en presencia del Sr. Rajoy, ha manifestado la necesidad de abrir un debate sobre el copago de algunos servicios públicos por parte de los ciudadanos, poniendo como ejemplo la sanidad y la educación. Rápidamente, ante el barullo que se ha montado, ha recurrido al manido argumento sobre la descontextualización de sus palabras y la utilización malintencionada de sus declaraciones por los socialistas. También rápidamente el PP ha desautorizado educadamente a su líder autonómico y ha manifestado su compromiso con la gratuidad de la sanidad y la educación.

Pero el Sr. González Pons, con su habitual oportunidad y fino olfato político, ha fijado la posición del PP: su partido "no es partidario de establecer el copago ni en sanidad ni en educación", ya que "deben ser universales y gratuitas para todos", y que espera que "la mala gestión del Gobierno no obligue a los españoles a pagar…”.

Bueno, pues ya sabemos con total claridad los criterios del gobierno del PP, que según todos los sondeos será el nuevo partido gobernante: todos los recortes serán fruto de la mala gestión socialista. Ellos no querrán recortar derechos de los trabajadores, ni de los estudiantes, ni de los pensionistas, ni de los enfermos,… ni de nadie. Todo, si lo hacen, será consecuencia de la mala herencia que les dejaron los socialistas. ¡Qué Dios nos pille confesados!. ¡Buena es la que se nos viene encima!. No quiero ni imaginarme un gobierno liberal-derechón, aplicando recetas como las que estamos conociendo en la Inglaterra de Cameron pero a lo bestia, sin la elegancia de los liberales y con toda la cutrez de la rancia derechona. Y argumentando que por ellos no, que es por la irresponsabilidad e ineptitud de las medidas al anterior gobierno.

¡Virgencita, virgencita, qué me quede como estoy!. Cada vez que veo al Ser. González Pons me pongo enfermo, tengo alucinaciones y se me aparecen hasta Dios y la Virgen.

lunes, 21 de marzo de 2011

Ejemplaridad pública de la Iglesia


Un programa de la TV de Aragón sobre el robo de niños recién nacidos… Una nueva fechoría amparada o ideada por nuestra Santa Iglesia para robar neonatos a madres y entregarlos a familias pudientes bajo precio estipulado y, en algunos casos, en cómodos aplazamientos anuales. La estrategia diseñada es bien sencilla: madre que entra en un hospital para dar a luz, madre que casualmente pertenece al bando rojo, y un complot en el que participan el personal sanitario y religioso para entregar el recién nacido a otra familia, engañando a la parturienta y su familia sobre la muerte de su hijo tras el alumbramiento. Se modificaban partidas de nacimiento, de fallecimiento y libros de familia para no dejar ningún rastro al respecto.


Huelgan comentarios. Cualquiera que pueda ver un atisbo de justificación en estas tropelías se lo tiene que hacer mirar. Simplemente pertenece al grupo de los malnacidos.


Que haya médicos, enfermeras, comadronas, jueces de paz y funcionarios de juzgados sin alma ni corazón es un problema grave. Pero que la organización que se atribuye la bondad infinita y cuyo fin último es construir personas buenas para hacer un mundo más justo sea capaz de participar, cuando no diseñar, estas barbaridades tiene que hacernos meditar a todos. Ya no vale aquella demagogia barata sobre que en un colectivo tan grande es normal que haya algún desalmado. Admitiendo esta dudosa premisa, lo que no puede tolerarse es el silencio y la complicidad de la organización. Que haya curas y frailes pederastas es un grave problema pero que la Iglesia oculte y hasta justifique estos delitos la hace muy próxima a las organizaciones mafiosas. Que algunos curas, frailes y monjas organizasen una trama para robar hijos a madres rojas para entregarlos con todos los papeles en regla a familias adictas al régimen, es otro grave de la Iglesia pero que oculten y amparen estos comportamientos le hace pasar a la condición de mafia. El fiscal general del Estado está investigando estos delitos; la élite clerical tiene una magnífica oportunidad para desmarcarse de estas abominables prácticas, colaborando con la justicia y poniendo a su disposición todos los documentos y testimonios que posea.


Me impactó un afectado que ahora, a sus casi 50 años de edad, descubre que toda su vida ha sido una mentira; que no era quien pensaba ser, que sus padres no lo son, que sus hermanos son otros, que sueña cómo será un abrazo de una madre,… O esa madre que durante décadas ha ido a rezar y poner flores a una tumba vacía, que su hijo que pensaba muerto allí quizá esté sufriendo el mismo desgarro familiar en otro lugar de España,… Después de 50 años, aunque se encuentren (con los medios actuales no creo que sea demasiado difícil), aunque hagan todo lo posible por superar esa larga y traumática separación, aunque se llamen mamá e hijo, nunca lo serán en el plano sentimental,… Toda una vida separados por la miseria humana de gente desalmada que predica la bondad de Dios.


En una escena de “Pa negre”, la protagonista acompañada de su hijo pequeño se encuentra cara a cara con el responsable del ajusticiamiento de su marido y le dice algo así como “ojalá cuando tu madre te llevaba en sus entrañas la hubiesen echado a los cerdos para que se la comiesen”. Algo así siento por esta gentuza que en nombre de Dios confundieron a muchas madres con la muerte de su recién nacido y han aniquilado la vida de muchas personas que ahora, cuando ya no hay posibilidad de volver a empezar, descubren que toda su existencia ha sido una pura mentira.


Desde luego, si éstos son los representantes de Dios en la Tierra y son los que con su ejemplo deben mostrar las virtudes divinas, el departamento celestial de selección de personal tiene que sufrir un golpe de timón. Es difícil encontrar colectivos con tanto desalmado por metro cuadrado.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Hiroshima y Fukushima


Parece que la palabra Japón va a ser unida inexorablemente a catástrofe nuclear. Guerras que finalizan con la explosión de bombas atómicas o terremotos que hacen reventar centrales nucleares. De cómo un pueblo que sufrió las nefastas consecuencias de Hiroshima y Nagasaki es capaz de repoblar su territorio con centrales que utilizan la misma materia para generar energía sería un interesante debate sociólogico. Parece que en Japón, en contra el popular refrán, se puede mencionar la soga sin temor a recordar su ahorcado pasado.

80 años después otro acontecimiento nuclear mantiene en vilo a Japón y al mundo entero. No sabremos sus verdaderas consecuencias hasta unos días, meses o años; quizá nunca sepamos los verdaderos efectos del accidente nuclear porque esta industria se caracteriza entre otras cuestiones por su oscurantismo y falta de información. Pero es evidente que ya desde hoy todas las alarmas mundiales están encendidas por las fugas radioactivas.

Y se ha abierto, por si alguna vez se cerró, el eterno debate pro y antinuclear. Unos dicen que no es el momento de tomar decisiones porque en caliente, con una catástrofe en gestación, no se tendría la objetividad y flema adecuadas. Otros dicen que ahora más que nunca porque han quedado al descubierto las miserias de las centrales nucleares y por los suelos su credibilidad como fuente de energía segura. Merkel toma decisiones estratégicas en caliente y es alabada o acusada, dependiendo de los bandos, de tener las cosas claras o de ser una oportunista política. La comunidad internacional en general pide prudencia y se abona a la idea de no tomar decisiones de forma impulsiva.

En mi opinión, lo cortés no quita lo valiente. De la misma forma que tomar o anunciar decisiones en estos momentos es irresponsable, precipitado o demagógico ( o las tres cosas a la vez), eludir el debate sobre la energía nuclear es pretender ocultar la realidad y hacer caso omiso a las alarmas que nos genera la misma realidad. Por tanto, en mi opinión, debate sí; toma de decisiones, no.

Y también frente a la opinión mayoritaria, creo que no se trata de un debate técnico. Es un debate político, profundamente político. Los técnicos básicamente ya han dicho lo que tenían que decir. Los pronucleares defienden este tipo de generación de energía en base fundamentalmente a la falta de alternativas energéticas que sean suficientes en su capacidad y estables en su generación, al progreso de la tecnología que las hace bastante seguras y a la disponibilidad de la materia prima frente a la dependencia externa de los hidrocarburos. Los antinucleares básicamente que se trata de una energía muy peligrosa en su generación, que es una ciencia todavía poco conocida y que existen antecedentes de catástrofes cuyas consecuencias duran muchos años.

¿Porqué creo que el debate está claramente en el terreno político?. La realidad nos demuestra objetivamente que las centrales nucleares son peligrosas. Cuánto de peligrosas es opinable pero una alarma mundial no se genera gratuitamente. Las centrales son seguras, al margen del problema de los residuos, mientras no ocurra nada extraordinario. Y como el hombre no deja de ser una marioneta cuando la naturaleza nos recuerda que vivimos en un planeta vivo( por mucho que demasiados se crean dioses)cuando se desatan las fuerzas naturales, todo su potencial de peligrosidad se pone en evidencia. Fukushima sólo ha tenido el mérito para ser conocido a nivel mundial gracias a las consecuencias de un gran terremoto, pero ese mérito por desgracia en ocasiones ocurre. Hoy por hoy parecen imprescindibles porque la demanda de energía no podría satisfacerse ni de lejos si apagásemos todas las nucleares. Bien, ahí es donde está el campo político: si ponemos en la balanza su potencial peligroso (coste) y valoramos su necesidad presente y futura (beneficio), las políticas públicas deben optar entre todas las alternativas posibles: potenciación, desaparición paulatina o radical, prohibición o fomento en el futuro,… Y esa es una decisión política.

Queremos un futuro con edificios raros, con matras enormes fumando vapor de agua y bolas gigantescas de hormigón o preferimos feos molinos, placas solares, centrales de biomasa, saltos de agua,…. Hemos avanzado en las energías renovables en pocos años más que en toda la historia; hemos avanzado en el coche eléctrico en escasos cinco años más que en cien años de automoción petrolífera; hemos descubierto en pocos años que una casa en el campo no precisa de un tendido eléctrico para hacerla medianamente habitable,… Esa es la decisión: investigamos en uranio o investigamos en otras alternativas. Inexorablemente parece que el presente debe ser nuclear porque no podemos prescindir de la dependencia del uranio pero... ¿también lo debe ser el futuro?. Y esto es política en estado puro.

martes, 15 de marzo de 2011

Sortu, Libia, Japón y Mouriño

- Sortu: todos tienen razón viendo al problema desde su perspectiva territorial. Que los socialistas vascos se acerquen al mundo de ETA a través de Sortu puede ser valorado positivamente por el electorado vasco pero de ninguna manera lo será por el español. La E de PSOE le crea en sus partidos periféricos más problemas que ventajas.

- Libia: puede sonar maquiavélico pero creo que la ofensiva de Gadafi es transitoria y sutilmente apoyada por la UE y EEUU. El primer mundo civilizado no puede permitir que gobernantes aliados en países sensibles caigan con la facilidad con la que lo han hecho en Túnez y Egipto. Las revoluciones populares deben tener coste en víctimas porque de lo contrario esto sería “barra libre”. Gadafi caerá o lo tumbarán (Obama no puede consentir que un líder tribal africano le desautorice ante el mundo cuando le ha dicho que debe marcharse de Libia; si no se marcha lo echará, de pie o con los pies por delante). El mundo musulmán se lo pensará muchas veces antes de empezar otros levantamientos populares; hasta ahora todo había demasiado fácil.

- Japón: Le pediría que ahora se definiese, Sra. Soraya: ¿es Vd. nuclear, muy nuclear, poco nuclear, nada nuclear, bastante nuclear,…?. Como supongo que ahora diseñarán un eslogan de comunicación para negar lo que durante muchos años han defendido, sería interesante que abandonaran ese criterio paleto que identifica progreso con contaminación, nucleares, carbón, petróleo, cemento,… y fijasen su criterio en asimilar sostenibilidad y respeto al medio ambiente con modernidad.

- Mouriño: sólo tiene un problema, muy gordo, pero es sólo uno: le viene grande la Liga española.

domingo, 6 de marzo de 2011

El triunfo de la mediocridad


Escuché anoche un debate en el canal 24 h. sobre la limitación de velocidad a 110 km/h en el que participaban 4 parlamentarios, Juan Carlos Corcuera del PSOE, Federico Souviron del PP, Olabarría del PNV y Jané de CiU. Patético,… Quería conocer si hay argumentos técnicos para justificar esta decisión o es una nueva frivolidad del Sr. Sebastián en busca de su nuevo modelo productivo y me encontré con tres políticos en contra, dos de ellos pesos pesados, con labia y tablas suficientes para defender esto y lo contrario, el otro en tono puroPP y un señor a favor haciendo un papelón. Es cierto que mantener el tipo y el discurso ante semejante debate no es fácil, pero que tenga que sacarte los pies del barrizal la presentadora resultado patético. No sé quien decidiría que el Sr. Corcuera defendiera las posiciones gubernamentales…; no sé quien avala al Sr. Corcuera para que sea uno de los elegibles al Parlamento español,… pero la imagen que el PSOE da con este tipo de representantes es, eso, patética.

Todo esto viene a cuento del cambio de modelo productivo. Sr. Sebastián y Cia… , este cambio tiene como eje fundamental un cambio de mentalidad en la valoración del mérito y la capacidad personal y profesional. En este país las personas siguen haciendo carrera más en función de quién son, qué padrino les avala, qué lealtades propondrá,… que por su valía profesional. En este país, en términos generales, seguimos más pendientes de los apellidos, de los padrinos, de los leales, que de los buenos profesionales. Y mientras esto siga siendo así ya podemos hablar de modelo productivo o de Caperucita Roja.

Los políticos son elegidos por su lealtad y fidelidad; los empresarios piensan en un país en el que las dificultades para despedir sean cero, como si la mano de obra fuesen números; los técnicos y profesionales tienen que mantenerse al ralentí para no dejar en evidencia a las “vacas sagradas” de las empresas; los sindicatos están más pendientes de su dinámica interna que de los verdaderos problemas del mercado laboral;… Así, los políticos brillantes y críticos – inexorablemente los términos siempre irán unidos porque la lealtad a pie juntillas es propia de la mediocridad- son defenestrados; los empresarios piensan que su cuenta de resultados es fruto del control y esfuerzo de los buenos trabajadores sin entender nada sobre innovación, motivación, productividad,…; Europa está llena de jóvenes y no tan jóvenes que debieron abandonar su país en busca de entornos laborales donde el riesgo de poner en cuestión a algún veterano incompetente no se considerase un peligro sino una virtud para la empresa; los sindicatos tienen cada cuatro años la oportunidad de valorar porque tan pocos trabajadores acuden a las urnas a votar y porque, habiendo tantos motivos para protestar y salir a la calle, no consiguen movilizar nada más que a sus afiliados.

Por ahí debemos empezar el cambio de modelo productivo: valorando a las personas por su capacidad. Mientras en los países más avanzados económica y socialmente el principal valor que tienen las empresas son los trabajadores, y procuran por su motivación y desarrollo, en nuestro país –siempre en términos generales- la única reforma laboral que entienden los empresarios se centra en la facilidad para despedir. Alemania y los países centroeuropeos acogen con satisfacción a jóvenes técnicos españoles bien formados que encuentran allí los incentivos y valores que les negaron en su tierra (cuántas personas competentes han sido marginadas o simplemente han abandonado sus empresas porque ponían en peligro el estatus de jefecillos que han hecho su cortijo de su parcela de responsabilidad). Políticos que en Europa dimiten porque plagiaron sus tesis o aceptaron unas vacaciones en el norte de África mientras aquí incrementan sus patrimonios inexplicablemente en pocos meses sin que se pidan responsabilidades,… Por ahí debe empezar el cambio de modelo productivo. Mientras el Gobierno seleccione para un debate público difícil a un señor que carece de la mínima habilidad, discurso y conocimientos, dando una imagen “de vergüenza ajena” nada avanzamos en ese cambio. Este país necesita un liderazgo fuerte para que de una vez por todas y tomando las medidas que sean necesarias, por muy impopulares que sean, imponga unos valores y principios que hagan de nuestro país uno más dentro del club del que queremos formar parte y no tengamos datos propios de más allá del estrecho de Gibraltar cada vez que la economía tose.