lunes, 3 de junio de 2013

Los votantes también se equivocan



La aparición del mesiánico Aznar en horario de máxima audiencia así lo certifica. Muchos de los votantes circunstanciales al PP que se dejaron llevar por las tramposas proclamas de los marianistas como solucionadores de todos los problemas de este país con su simple llegada al poder ya han reconocido su ingenuidad y arrepentimiento por el sentido de su voto. Sus votantes ocultos, esos que ya no se atrevían a proclamar su adhesión incondicional a los valores gavioteros, han salido de sus cados en proclamación de su eterno líder, dejando en evidencia su desapego e inquina hacia Mariano. En unas horas este país ha despertado de la pesadilla que suponía ser dirigido por la mayoría absoluta de un gobierno al que casi nadie había votado, para confirmar que los votantes de la gaviota no habían errado en su ideología sino que éste radicaba exclusivamente en la elección de su líder, este pusilánime que con su blandura y doblez ante los poderosos nos está llevando a la ruina. Ya no valen ni las herencias recibidas, ni los intereses de los germanos, ni los designios de la troika,… Ahora lo que procede es reafirmar el proyecto popular con la confirmación del líder que nunca debió de dejar de serlo.
Pena de todo esto es que Aznar levanta más odios que pasiones y no habrá mejor detonante para despertar las conciencias de los opositores que sospechar siquiera remotamente que el muñidor de la burbuja inmobiliaria, de la guerra de Irak, de los engaños del 11M,… tiene alguna posibilidad de resucitar y volver a gobernar este país. Y pena también que se ha encontrado con dos problemas añadidos que no había valorado antes de hacer frente con sus dardos envenenados a Mariano: que tras diez años de liderazgo en el partido, su delfín ha creado una estructura de lealtades que no quiere ni oír hablar de Aznar y que, por otra parte, las últimas noticias de corrupción están salpicando directamente al expresidente.
Estos tres ingredientes hacen un combinado que no dejan otra opción a Aznar que seguir tragando y tragando veneno ante las evidencias publicadas de sus desmanes y tropelías – a buen seguro alimentadas por miembros del PP que quieren desviar la responsabilidad de la corrupción generalizada en el PP hacia la época de Aznar, dejando al margen de ese tufo a Mariano – o presentar un órdago a la grande creando un nuevo partido para presentarse a las próximas elecciones como un perfecto salvapatrias. Esta última opción es la que me gusta porque así se conseguiría de una vez por todas vislumbrar la fuerza real de la derecha pura y dura de este país, la que sin decirlo abiertamente defiende los valores que se torcieron con los renglones de la historia allá por los finales de los años setenta. Se conseguiría de una vez que esa derecha añorante, que hasta la fecha ha estado oculta dentro de la argamasa artificial que ha supuesto el PP, se quitara el antifaz sacando su verdadera cara. Tendríamos así una homologación con los países de nuestro entorno, en los cuales los demócratas liberales andan por caminos absolutamente separados de los rancios fascistas, homófobos, racistas y populistas. Ese es el papel que tiene reservado el mesiánico Aznar. Ese o tragar hasta que explote.                      

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