miércoles, 9 de octubre de 2013

España sí es país para viejos



Me decía Magda que su pueblo, muy cerca del castillo del conde Drácula, era un sitio precioso para pasar unas buenas vacaciones. No recuerdo el nombre de la ciudad porque entre mis prioridades no estaba veranear en Rumanía y además, en caso de cambiar de opinión, sólo tenía que teclear en Google las palabras “castillo drácula transilvania” para localizar el destino. Sí recuerdo, al hablar sobre las cosas de su pueblo, una frase lapidaria que me impactó: “no vive ninguna persona joven porque todos hemos tenido que emigrar”. Ella en España con sus estudios de enfermería, su marido también rumano, un hermano en Francia, otro en Italia, sus amigos por toda Europa,… Era el 2007 y la crisis no la olía nadie, salvo algún economista friki como Roubini que era tachado de loco original por el resto de sus sabiondos colegas. España vivía en la burbuja inmobiliaria y todas las historias sobre miseria, paro y emigración las veíamos lejanas, imposibles para nuestro país.
Hoy, unos años después, conociendo los efectos de la crisis que ya se prolonga por cinco años en España, veo sacar pecho a nuestro gobierno con la llegada de la ansiada recuperación económica, mientras defienden unos Presupuestos Generales que supondrán menos consumo, más paro, más penurias para los de siempre y más recortes para los mismos. El Gobierno desesperadamente se agarra a cualquier dato positivo – o poco negativo – para justificar su optimismo e impregnar del mismo a los votantes. La caída del paro registrado se modera y estamos asistiendo a los mejores meses de la serie histórica de la crisis, es uno de los argumentos utilizados en defensa de esa visión.
Parece que hemos tocado fondo, dicen los analistas que saben explicar perfectamente el pasado. El barco zozobrado ha tocado fondo después de cinco años de descenso al abismo, dejando en su camino cuatro millones de parados (considerando que el paro estructural en España es de dos millones). Ahora toca reflotar la nave que tan hundida se encuentra y, en opinión del Gobierno, esa fase ya se ha empezado sin que nadie, salvo ellos y sus comparsas, vean movimiento ascendente alguno.
Se sigue destruyendo empleo porque sigue cayendo la afiliación a la Seguridad Social. Y mejora el paro registrado porque nuestros jóvenes se van al extranjero para buscar un futuro que este país es incapaz de darles. Jóvenes preparados, en los que hemos invertido mucho dinero, que emigran porque España no les da trabajo o, lo que es peor, porque nuestra oferta laboral es tan miserable – fruto de una reforma laboral leonina- que consideran indignante la inversión de su esfuerzo. Jóvenes preparados que al trabajar cotizarían para garantizar la pensión de los viejos – éstos sí se quedan – y tributarían para pagar la sanidad, la enseñanza y demás servicios públicos.
Cuando veo a Mariano y a sus amigos Fátima, Montoro y De Guindos sacar pecho ante esta realidad me viene a la memoria el pueblo sin jóvenes de Magda, el pueblo lleno de viejos. Triste presente para un país que se vanagloria de mejorar los datos laborales a costa de que los jóvenes emigren y los viejos sobrevivan. Crisis realidad que parece ser del agrado de nuestros gestores políticos.
Desconozco que habrá sido de Magda. Me la encontré casualmente por la calle hace unos años y me dijo que estaba trabajando en una farmacia, pero que tenía el mismo propósito de siempre: ahorrar lo suficiente para volver a su pueblo y construirse una casa. A lo peor es la ilusión de nuestros jóvenes ingenieros, arquitectos, informáticos,… regresar a España con la jubilación y construirse una casa en su pueblo. Ya de viejos, claro.                    

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