![](http://3.bp.blogspot.com/-7u3279yNRcE/UwtKI2LA1sI/AAAAAAAAAuk/d6zmIcsIsRA/s1600/fanatismo.jpg)
Como en este caso, al aspecto puramente religioso se añade el
morbo de ver un trozo de tela con el que ha sido envuelto un cadáver
crucificado, algo que aunque queramos negarlo da un poco más de interés al
asunto, se presume que muchas personas, incluso llegadas de lugares remotos,
pasarán por caja para adorar la famosa reliquia. Si el solo hecho de saber que
ahí ha estado envuelto el cadáver de una persona torturada tiene su picante, no
digamos si además existe la errónea creencia sobre que ese cuerpo fue el de
Jesucristo después de crucificado.
Y ya entramos en el tema con la cuestión del fanatismo. Está
demostrado científicamente que es imposible que con ese sudario fuese enterrado
el cadáver de Jesús. La prueba del carbono 14, realizada por científicos
distintos y en lugares diversos, ha certificado por unanimidad que ese sudario
no pudo contener su cuerpo por ser de épocas distintas, alejadas por más de
1000 años de diferencia. Desde el fanatismo se ha querido contrarrestar esta
cuestión con teorías graciosas sobre la inexactitud de esas mediciones. Incluso
la Iglesia, de una forma muy sutil, ha reconocido la falsedad de la reliquia,
tirando por la calle de en medio al afirmar que aunque no se pueda demostrar su
autenticidad es un objeto de culto ya consolidado y asumido. Algo así como
afirmar que aunque desde la ciencia no lo sea, desde la fe es el sudario de
Jesús.
Nada que objetar. Miles de humildes borreguitos se postrarán
de rodillas y signarán su rostro frente a un sudario fraudulento. Sólo desde el
fanatismo y la incultura se puede creer que los burros vuelan, que a los niños
los trae una cigüeña, que Jesús fue concebido por una virgen colombófila o que
la Sabana Santa de Turín envolvió el cuerpo del mencionado. No molestan a nadie
si están dispuestos a pagar unos euros por adorar a un trapo falso y además no
hay fraude por que tienen argumentos y documentación que así lo certifica. Es
una cuestión de irracionalidad, incultura y fanatismo. Es como si en esos
mencionados conciertos zaragozanos alguien estuviese dispuesto a pagar a precio
de Rolling un concierto de la Radio Topolino Orquesta. Allá ellos.