No soy votante de Podemos. Respeto sus estrategias y creo
necesaria su fortaleza como motivador hacia posiciones claramente progresistas,
pero tiene las altas dosis de demagogia y de romanticismo embelesador propias de
un partido inmaculado al que todavía no se le puede reprochar nada sobre su acción
de gobierno. Cuando obtengan alcaldías, concejalías y sean un partido potente
en algunas autonomías – como sucederá con total probabilidad en las próximas elecciones
– tendremos más elementos para valorar qué tanto por ciento de sus promesas eran
simples cantos de sirena.
Pero, entre tanto, hay tres cosas de lo que dicen - o lo que
provocan - que me gustan mucho, me encantan:
1.- Que el referente en su modelo educativo sean los
países nórdicos. Pablo Iglesias habló concretamente de Finlandia. En nuestro país la
inmensa mayoría aboga por un modelo educativo consensuado entre las principales
fuerzas políticas que termine con los turnos en las sucesivas – e ineficaces –
leyes orgánicas aprobadas por los dos grandes partidos. Pero en España va a
resultar extremadamente difícil aprobar un modelo en el que confluyan el
interés general con, entre otros, los intereses elitistas de una clase social
que quiere una educación a la carta pero financiada por el Estado, los
intereses de una Iglesia que la utiliza como medio de financiación y de
adoctrinamiento, los intereses de alguna autonomía más preocupada en que sus autóctonos
conozcan la versión de “su” historia y “su” idiosincrasia que en la adquisición
de valores, principios y conocimientos básicos. Que Podemos ponga el ojo en la
Europa culta y avanzada del Norte me parece estupendo.
2.- Que pretendan formar un sindicato independiente
para construir un nuevo modelo sindical porque al actual le pasa lo mismo que
al sistema político. Es indudable que unas organizaciones que nacieron y se
potenciaron sobre la base de la defensa de los intereses de los trabajadores
han degenerado, - al menos en los llamados sindicatos mayoritarios - , en
grupos de interés que han aprovechado el poder que les otorga la representación
de unas siglas, básicamente CCOO y UGT, para mangonear, trapichear y robar.
Algún día tendrá que valorarse en su justa medida el papel de algunos aparatos
sindicales en la responsabilidad de la crisis en la que estamos sumidos. Son
cómplices, entre otras cuestiones, en el fiasco de las cajas de ahorro, en el
robo de los fondos para la formación de trabajadores y el saqueo de las
prestaciones destinadas a ERE´s. Así que la posibilidad del nacimiento de un
sindicato decente, en el que ser un impresentable no sea el mejor aval para
escalar posiciones y que entienda que el consenso y la paz social no pasa por
poner el capazo debajo de cualquier mesa, me parece otra idea estupenda.
3.- Es conmovedor ver a Rosa Díez, nada más y nada menos
que a Dña Rosa, quejarse de la demagogia de Podemos y de que ése haya sido el único
motivo que justifique la pérdida de votos de su rosa formación a favor de Podemos.
Ella, ni más ni menos que Ella, acusando a otros de ser demagogos. Y el PP, ladrando
día sí y día también, que Podemos utiliza el dolor y la desesperanza de la
gente para ganar votos. Exactamente igual que hicieron ellos en la infame
campaña electoral que les llevó a la mayoría absoluta prometiendo todo tipo de
bonanzas sin rastro de recorte alguno. Eso también me encanta: que los extremos
terminen coincidiendo y que los impostores conozcan el sabor de su propia medicina.
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