lunes, 4 de octubre de 2010

¡Madrid me mata! (Zapatero)


¡Parece mentira que personas que han llegado tan lejos en su carrera política se metan en charcos tan gordos! ¡El barro hasta la barbilla, cuello incluido!. Al margen de ser más o menos inteligente, es imposible que una persona que ha llegado a ser Presidente del Gobierno no tenga dotes de oportunidad, de habilidad y de saber mover los hilos. Después de llegar hasta el pódium en una carrera política llena de dificultades – como cualquier otra – mete la pata en una cuestión tan simple, sin valorar los pros y los contras, lo que puedo ganar o puedo perder, sin disponer de un mínimo plan B, a no ser que ese plan sea Leire que, ufanándose por todos los canales en defender lo indefendible, a base de justificar fórmulas de experimentos fallidos, consiga convencer a alguien y, de paso, ganar alguna habilidad de comunicación.

Porque ¿qué posibilidades tenía Zapatero al dejarse arrastrar por el maquiavelismo de Pepe Blanco, cuya mayor virtud, además de poner firmes a los controladores laborales pagándoles una media de casi 50 millones anuales de las antiguas pesetas, – yo así también me cuadro – es acertar cuando corrige, como diría en tiempos de lucidez Don Manuel: corrigió con los recortes en infraestructuras, corrigió con el Ave a Santander,…y si hubiera podido hubiera rectificado en su intento de apartar a Tomás. Pero la maquinaria se aceleró sin frenos contra el muro y cuando se percataron de la velocidad y de las consecuencias, los dos "ideólogos", como conductores novatos a bordo de un Fórmula 1, se abrocharon los cinturones con la esperanza de que fuese blandito y el bólido lo derribase de un plumazo. Pero se estamparon de lleno, rompieron la máquina, comprobaron la dureza del hormigón en sus cuerpos y, con su anatomía llena de heridas y magulladuras, van por ahí diciendo que no ha sido nada. ¡Vaya hostión!.

Zapatero, a fuerza de rodearse de mediocridades a las que hace poco caso y de gobernar con un aparato en la sombra, piensa que sus decisiones serán acatadas sin rechistar. Nada, diría, esto se soluciona llamando a Tomás a La Moncloa, lo pongo firmes y Trini al poder. Pero Tomás le sale respondón y entonces decide ir a por él. El aparato acabará con este díscolo, pensaría. Y, nueva sorpresa, los afiliados tampoco obedecen al jefe. Sospecho que el siguiente paso será hacerle la cama a Tomás y entregar Madrid a Esperanza porque de ganar Tomás las autonómicas el lío en que se habrá metido será de consecuencias tremendas.

Y de paso se ha llevado por delante a Trini. ¿Qué credibilidad puede tener una ministra que ha resultado perdedora, a pesar de contar con el apoyo de todo el Gobierno, el aparato del partido y los medios de comunicación próximos al partido en el gobierno?. Si no ha podido con Tomás y sus amigos, ¿qué se puede esperar de su gestión como ministra?. Su mejor opción es, sin duda, incorporarse como segunda de Tomás y aspirar a una vicepresidencia en el Gobierno de Madrid de resultar ganador el PSM.

Y Mariano, fumándose un puro, ve subir su credibilidad y apoyo social sin mover un pelo de la cabeza. Por si no hay bastante con la crisis, el paro, la huelga general,…, le adicionan unas cuantas meteduras de pata de calado para dejarle el camino bien alisado a Don Mariano. ¡Qué país!. Inicio con esta entrada una serie que bien podría llamarse “estoy en campaña” para dar más oscuridad y confusión si cabe a esta mediocridad general que a muchos nos desespera.

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