domingo, 17 de octubre de 2010

Piñera, el cobre y sus compromisos


Hasta ahora ha hecho lo fácil. Aprovechar, como hubiese hecho cualquier político, las excepcionales circunstancias para salir en todas las fotos y elevar así su popularidad. Pero ha quedado expuesto en demasía. Al albur del impacto mundial del rescate, de su repercusión en los medios de comunicación y, finalmente, del éxito total de la operación, Piñera ha prometido demasiadas cosas: no ocurrirán más accidentes de este tipo, modificaremos la legislación sobre minas para hacerlas más seguras, cerraremos todas las explotaciones inseguras,…

Ojalá lo consiga. Por su bien y por el bien de Chile. Con este show se ha manifestado claramente el desequilibrio social en el que se ha forjado el milagro chileno. Pero tengo mis dudas sobre la posibilidad de que un político multimillonario y de derechas se ponga claramente del lado de los desfavorecidos y tome las medidas radicales necesarias para terminar con esos males que la realidad ha puesto en la televisión y que él se ha comprometido a resolver.

Hay que recordar – y no es un tema menor – que el cobre terminó con la democracia y aupó hasta el poder a Pinochet. El anuncio de la nacionalización del cobre por Allende fue la gota final que provocó el derrocamiento del gobierno legítimo, colocando en la presidencia al dictador que defendería sus intereses. Incluso parece demostrado que el cobre y todo lo que le rodea (empresarios, multinacionales, intereses estratégicos,…) fue la principal fuente de financiación del golpe militar.

Así que Piñera no lo tiene nada fácil. Aprovechando la ola de indignación social que han levantado las condiciones laborales de los 33 mineros, y por extensión, el de la mayoría de las explotaciones chilenas, ha cerrado varios pozos que no cumplían las mínimas normas de seguridad. Populismo barato. Ya veremos lo que hace con los grandes empresarios mineros y con las multinacionales que tienen intereses en el sector. Y ya veremos hasta donde le dejan llegar en sus televisados compromisos sociales con el sector.

¡Quizá la mina de Copiapó sea su tumba política!.

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