viernes, 1 de octubre de 2010

Pederastia


Esa rosa de pitiminí que es Monseñor Camino, tras declarar que la pederastia es un delito, seguidamente ha justificado su existencia diciendo que todos somos pecadores y que los casos dentro de la Iglesia se pueden contar con los dedos de las dos manos.

Esta delicada flor, como otros muchos de sus colegas, se planta delante de una cámara de televisión y habla como si lo hiciese desde un púlpito, sin considerar que quizá el público no esté previamente entregado y que pueda tener cierta capacidad de análisis. Hablan como si se dirigieran a su rebaño y los que no nos sentimos ovejas – que afortunadamente ya somos inmensa mayoría -, no dejamos de sorprendernos de las lindezas, tonterías y simplificaciones que salen de ese predicar.

A esa brillante porcelana hay que decirle que evidentemente la pederastia es un delito. ¡Faltaría más!. Y no porque lo diga Monseñor sino porque así lo establece el Código Penal, que es el que determina los comportamientos merecedores de castigo penal. Y lo demás, sobra. Sobre la generalización del pecado, será quien así lo sienta. Yo no me siento pecador, como no me siento ni alemán, ni astronauta. El que se sienta pecador, allá con su conciencia.

Lo de los dedos de las dos manos tiene más enjundia. El mensaje general pretende decir que entre miles y miles de curas dispersados por todo el mundo, que unos pocos (muchos más de los que dice el señor Camino) hayan delinquido no tiene demasiada importancia. ¿Es que acaso no hay pederastas en otros colectivos y ello no pone en entredicho a los mismos? ¿Es que la Iglesia merece otro tratamiento, más exigente, que el resto de colectivos? ¿Es que no hay pederastas entre los camioneros, los comerciales o los inspectores de Hacienda?.

Hay, al menos una triple diferencia, bella flor del jardín:

1.- No es lo mismo desde el punto de vista moral abusar o violar a un niño y seguidamente dar misa o predicar hablando de los buenos valores, que subirse a un camión, vender lavadoras o citar a contribuyentes.

2.- Las asociaciones de camioneros, de vendedores de lavadoras o de inspectores de Hacienda no tienen ninguna misión altruista, basada en virtudes teologales y dogmas de fe.

3.- Sospecho que ninguna de esas asociaciones ocultaría o protegería interesadamente a socios pederastas como ha hecho la Iglesia, que de una manera vergonzosa ha puesto toda la maquinaria al servicio de ese fin: proteger, ocultar y finalmente, si no había otro remedio, justificar a sus delincuentes.

Así que delicado Monseñor cuando tenga que hablar en público, haga el favor de mirar primero hacia su audiencia. Si está predicando ante sus fieles diga lo que quiera porque posiblemente todo será bien recibido por mentes dóciles, cerebros huecos por falta de crítica y cabezas escasamente dispuestas a pensar. Pero cuando hable para otros colectivos, haga el favor de cambiar el mensaje, por su bien y por respeto a los demás. Por su bien, porque elevará su consideración y por los demás porque resulta de muy mal gusto creerse tan inteligente como para tener la capacidad de confundir a todos con argumentos tan simplones. Sospecho que Vd. es muy listo pero no se pase.

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