jueves, 28 de octubre de 2010

La España asimétrica


Puigcercós, dirigente e ideólogo de Ezquerra Republicana de Catalunya, defendió ayer el concepto de la España asimétrica. Toda cita tiene problemas de fidelidad pero vino a decir algo así como que Cataluña, País Vasco y, hasta cierto punto, Galicia tuvieron aprobados sus estatutos autonómicos y esa circunstancia obligaría al Estado a defender una consideración especial y desigual para estas Comunidades. Argumentaba que el centralismo, para diluir el peligro de estos territorios con marcado carácter diferente, optó por dar “café para todos” y creó el Estado de las Autonomías. Por tanto, según esta filosofía, el resto de las Comunidades están para diluir el peligro de la existencia de tres estados que, por sus peculiaridades – puso el ejemplo de la lengua – podrían constituirse en un peligro para el Estado.

El problema de muchos políticos que se mueven en una zona acotada del territorio es que cuando hablan fuera de su espacio natural, físico o personal, no son capaces de modular o adaptar sus discursos y, en consecuencia, suelen soltar con toda naturalidad opiniones que chirrían. Sospecho que este mensaje de la España asimétrica encantará en determinados foros y seguro que entusiasma en los espacios donde se mueve el Sr. Puigcercós, pero plantear estas cuestiones en otros lugares, sin matizaciones ni aclaraciones, suena a pedantería, con un punto de chulería. ¿Son más los catalanes, vascos o gallegos que los andaluces, canarios o aragoneses?. Tomar una característica – o varias, me da lo mismo – específica de un territorio y argumentar que su trato debe ser privilegiado, me parece un despropósito pretencioso. ¿Podría valorarse estar separado físicamente del espacio geográfico fundamental y por tanto las islas, Canarias y Baleares, Ceuta y Melilla deben tener una consideración política privilegiada?. ¿Podría atenuarse el hecho diferencial catalán aduciendo que históricamente han formado parte de la Corona de Aragón?.

La estrategia de ERC es coherente con sus valores. Pero este tipo de manifestaciones lo que generan son mayores odios hacia lo catalán y que muchos otros territorios los perciban como egoístas, ególatras y altaneros. Pero tampoco creo que sea un problema de discurso político. Más bien lo plantearía como un problema de miopía político-territorial. Quizá por ese motivo, escasísimos políticos que han forjado su carrera en el ámbito autonómico o municipal han tenido éxito al asumir responsabilidades estatales. Puede haber alguna rara excepción, ninguna que consensuadamente se reconozca como exitosa; muchas pueden ser de dudosa o partidista opinión pero los fracasos sonados son muchos: Lucas, Valdecasas, Matas, Bono, Montilla, Clos, Corbacho,… Y es que a demasiados les viene grande tantos kilómetros cuadrados y tanta diversidad, máxime cuando pretenden gestionar un espacio tan diverso con la miopía del que considera que lo mayor es simplemente como lo pequeño pero más grande. Y así nos va.

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