martes, 21 de octubre de 2014

La ingenuidad y el payaso.




Que a estas alturas de la historia nos digan que España es un circo ya no sorprende a casi nadie. Ni los más patrioteros, esos que siguen llevando las banderitas en la muñeca o colgadas del espejo retrovisor, serían capaces de apostar un solo euro por la seriedad de este país. Cada día una nueva bufonada viene a dejar en la insignificancia a la del día anterior. Un exministro de Hacienda, ese que debía velar y velaba por el cumplimiento de nuestras obligaciones fiscales, declara ante el juez intentando justificar sus ya poco presuntos fraudes a la Administración tributaria. Su antecesor en Bankia, que justificaba el engaño masivo de las preferentes con el argumento de que todos habían firmado los papeles, dice ahora carecer de conocimientos financieros. Y el señor que los nombró, escondido como una rata hasta que pase el temporal, buscando el momento propicio para soltar una nueva payasada.


Recomiendo la lectura del discurso de Jaime Terceiro Lomba, presidente de Caja Madrid desde 1988 hasta 1996, al recibir el Premio de Economía 2012. Explica clarísimamente los motivos que han traído la ruina del sistema de cajas de ahorro, en general, y de Bankia, en particular.  



Hagamos un poco de historia. El Sr. Terceiro dirigía, con bastante acierto y rigor, Caja Madrid – que luego pasó a ser Bankia – hasta que fue descabalgado de la Presidencia por un pacto escrito y rubricado entre el PP y el sindicato CCOO, bendecido a su vez por IU. Ese mismo año, 1996, Aznar había sido nombrado Presidente de este santo país, sustituyendo a Felipe González, a la vez que Ruiz Gallardón, en 1995, hacía lo propio con Leguina, por entonces socialista. Parece que una perita en dulce como Bankia no se podía dejar escapar en manos de un gestor contaminado por los años socialistas y directivos del PP y CCOO, con la complicidad de la IU de Anguita, firmaron un pacto para repartirse el pastel. Blesa sería el presidente y algunos señores de CCOO, entre ellos Moral Santín y algún amigote más, formarían el núcleo duro de Bankia. Todo con la pretensión de forrarse a costa de los ciudadanos, aunque el pacto fuese vestido por la habitual hipocresía sindicalera de defensa de los intereses generales y demás desfavorecidos. La mezcla entre avaricia, indecencia e ineptitud propiciaron el hundimiento de la mayor caja del país. Por entonces la pinza funcionaba perfectamente y entre los señores del PP y los de IU barrían todo recuerdo de la negra etapa socialista. Ese fue el origen de la historia de Bankia. La incompetencia de los nuevos gestores repercute ahora con un agujero financiero que hemos tenido que cubrir todos los españoles con nuestros impuestos y la indecencia en el comportamiento de los directivos es la consecuencia de un pacto entre el PP y CCOO que venía a proclamar el cortijo de Bankia.


Ahora que está de moda lo retro y lo vintage, sería bien interesante juntar a los señores Aznar y Anguita para que, con luz y taquígrafos, justificasen ese pacto y, de paso, nos diesen una versión actualizada de su pinza antiPSOE. Quizá quedara todo resumido en un ajuste de cuentas en lo político y una venganza en lo personal, urdida por la mediocridad y el resentimiento de estos dos personajes.


También en ese discurso, el Sr. Terceiro trata el manoseado tema de la herencia recibida, con un enfoque propio de una persona inteligente, ilusamente idealista, que pretendió trascender sobre las miserias personales y políticas para dirigir una empresa y que finalmente se estrelló contra el muro de la vanidad del mediocre y la avaricia del egoísta. El mismo reconoce su candidez – “Hoy, con más años y más experiencia, entiendo bien por qué fracasaron todas mis propuestas de reforma, y lo ingenuo que fue haberlo intentado” -  al pretender en este putrefacto país gestionar con rigor y decencia una empresa. Es preferible firmar pactos con sindicalistas impresentables que garanticen la impunidad y los desmanes, sabiendo que aquellos que se arrogan la defensa de los débiles son propensos a la indecencia. En este país faltan Terceiros y sobran Blesas, Ratos, Anguitas y demás cuadrilla sindicalera. En este país se debe imponer de una vez por todas la inteligencia y la decencia frente a la carroña y el aprovechamiento personal del poder y los cargos.



Cierro esta entrada con un homenaje a los 4 de 86 directivos que no utilizaron su tarjeta opaca (espero que por un acto de dignidad personal y no por recibir gracias por otros conceptos). Señores Verdú Pons, Tejera Montalvo, Sánchez Acal y Aldaz Barrera. Dice mucho de un país que se ceba con los sinvergüenzas y omite la identidad de los decentes. Animo a algún medio de comunicación a entrevistar a estos señores como ejemplo – espero que lo sean – de la poca gente digna que queda en este país. Porque lamentablemente quizá ésa, 86 a 4, sea la relación entre los indecentes y los honestos. Marca España.             

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