miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Por qué no se va, si tiene la vida resuelta?



Esta realidad nauseabunda deja tantos temas sobre los que reflexionar que no es fácil elegir entre uno de ellos. Las tarjetas black, las ocurrencias de Mas, las miserias de los Pujol, el minero corrupto, Podemos y Esperanza,… Incluso el exótico virus del ébola da para varios enfoques: desde la cutrez de esa presentadora paleta de la tele castellano-manchega que se restrega la cara con la foto fija del virus como telón de fondo, hasta la patética y vergonzosa imagen de nuestra mediocre ministra de Sanidad, pasando por el esperpéntico sainete de los medios de comunicación afines al PP haciendo responsable de esta crisis sanitaria al comportamiento de la enfermera infectada.


Pero de todas las actualidades, me quedo con la del bien alimentado consejero de Sanidad de Madrid, Sr. Rodríguez. Este médico metido a político acaba de pedir perdón a Teresa y su familia como respuesta a la contundente carta del marido en la que pedía su dimisión. No conozco a nadie que respalde a este señor. Más bien al contrario: todo el mundo echa pestes sobre su comportamiento y las dedicatorias que le lanzó a Teresa a cuenta de su ineptitud para quitarse el traje, de su cuentitis aguda porque a pesar de decir que estaba enferma se fue a la peluquería y de su negligencia al mentir al médico de cabecera sobre su historial clínico. Olvidó un detalle que a lo mejor sí tiene cierta relevancia social aunque nula para aquellos que sólo ven sentido a la vida en función de sus intereses, su notoriedad y su cuenta corriente: Teresa se prestó de forma voluntaria y altruista para atender a unas personas que, también de forma voluntaria y altruista, se habían contagiado en África. Sí aquellos eran unos santos varones, no entiendo porqué Teresa no tiene la misma consideración y, mucho menos, entendemos que se le culpe de lo que le está ocurriendo al país. Porque el señalamiento de Teresa como foco del problema no lo era porque ella se había infectado sino porque con su comportamiento estaba poniendo en peligro a la sociedad española. Ahí es nada.


Ahora, los mismos que la insultaban en tertulias y hemiciclos, la aplauden por su ejemplar comportamiento y cargan contra el Sr. Consejero. Una capa más de hipocresía en la ya castigada epidermis de este putrefacto país.


Este señor quedará señalado de por vida por su impresentable comportamiento ante esta crisis sanitaria. Si le tuviera algún apego le suplicaría que en beneficio propio desapareciese de la vida pública lo antes posible. Si fuese su jefe, lo llamaría al despacho y le pediría que por decencia personal recogiese sus cosas cuanto antes y presentase su dimisión so pena de de ser cesado. ¿Y por qué no se hace ni lo uno ni lo otro, a pesar de tener la vida resuelta, de tenerle poco apego al cargo y de haber sido desautorizado por su jefe?. Simplemente porque sus declaraciones y su periplo por cadenas de televisión y de radio no fue una iniciativa personal sino un encargo de los dirigentes del partido. El PP necesitaba, fiel a su estrategia de no asumir jamás responsabilidad alguna, un argumento para echar balones fuera y buscar un chivo expiatorio lejos de Génova. La estrategia bien pudo ser así: buscamos un médico que diga que Teresa se autoinfectó, lo recompensamos convenientemente y ese será el pistoletazo de salida para que el bocazas de turno del PP vaya predicando urbi et orbe en la que se ha metido esta señora y en la que nos ha metido a todos por su irresponsabilidad. Y si encima su hermano, única imagen de la familia Romero, tiene pinta de perroflauta…, miel sobre hojuelas.


Por eso ni se va ni le cesan. Porque él pensará que se limitó a cumplir órdenes (con una diligencia digna de recompensar) y porque sus jefes estarán asustados si el médico venido a político se va de la lengua y dice toda la verdad.


La semana pasada, enojado, le oí decir literalmente a un compañero de trabajo: “En buena nos ha metido la tiparraca esa”. Hoy, después de la resaca de las fiestas del Pilar, contento y ufano, también literalmente le he oído decir: ”Como aguante unos días más, se salva”. No sé si llevará los calzones sucios pero su puesto de trabajo olía a pura caca.      

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario