martes, 10 de septiembre de 2013

Matemáticas catalanas

Mañana asistiremos a la Diada, siendo el acto estelar la formación de la cadena humana que pretende simbolizar el ánimo del pueblo catalán por reivindicar y obtener la independencia de España. En otras partes del mundo, sin llegar a la categoría de conmemoración festiva, recordarán los atentados del 11- S que mantuvieron en jaque a EEUU y que supusieron un antes y un después en las relaciones internacionales; en Chile lamentarán los más y anhelarán los menos la toma de la Casa de la Moneda por el general golpista Pinochet,… Un día en el que se lloran tragedias y anhelos no alcanzados. Dice un conocido mío que vive desde hace muchos años en Barcelona – y le encanta hasta tal punto que pretende pasar allí el resto de su vida – que los catalanes tienen cierta obsesión por celebrar sus desgracias históricas, en clara contradicción con su espíritu creativo, alegre y mediterráneo. Qué guerra habrán perdido este día, se pregunta cínicamente cuando alguna fecha coincide con una fiesta catalana.
La excursión de Artur Mas va llegando a su fin porque en su huída hacia delante se acerca cada día un poquito más al precipicio por el que se va a despeñar. Intenta manipular a unos y a otros intentando agradar en cada foro los oídos de su interlocutor de turno y, más pronto que tarde, será empujado por ambos al abismo. Algunos dicen que, al igual que Rajoy, no se comerá los turrones. No me atrevería a poner una fecha tan próxima pero seguro que el 2014 no lo pasa. Tan cerca se ha puesto de la orilla que su aliado contrincante político lo puede mandar al vacío de un simple empujón.
Pero de momento, a fuerza de maquinar sobre la forma de mantenerse al frente de la Generalitat, a fuerza de pensar exclusivamente en sus intereses personales, va a conseguir movilizar a unos cuantos cientos de miles de catalanes que como una inmensa grey se pondrán uno detrás de otro para ser contados. Porque ésta y no otra es la finalidad de la cadena humana: contar potenciales votantes independentistas para el futuro referéndum. Muchos catalanes y catalanas se colocarán uno tras otro como fichas de dominó para representar la imagen de un pueblo unido mientras otros, los promotores del acontecimiento, harán cálculos matemáticos dividiendo la longitud del litoral catalán por el número de eslabones humanos.
También va a conseguir un incremento del sentimiento anticatalán de otros territorios del Estado. Anticatalanismo que será utilizado por políticos de uno y otro signo para hacer declaraciones en contra de los privilegios que el gobierno central está dispuesto a conceder a los habitantes del noreste a cambio de que su gobierno olvide la convocatoria de la consulta independentista. Frotándose las manos debe estar la nueva presidenta andaluza cuando pueda eximir ante sus votantes los agravios que Rajoy fomenta dando una financiación autonómica privilegiada a los catalanes a costa de detraer recursos económicos de los andaluces. O el presidente extremeño lamentando el egoísmo de los catalanes que sólo piensan en sus intereses aún sabiendo que, como los recursos son limitados, los extremeños pagarán las consecuencias del chantaje catalán.
Y ERC, entre tanto, metiendo prisa para hacer cuanto antes el referedum - con toda la razón porque así figura en los programas electorales de CiU y Ezquerra – y con una sola pregunta muy clara que requiera un sí o un no. Para 2014 exigen,… que será a principios si los eslabones son muchísimos o para finales si son menos. Y todo bajo la amenaza de dejar de dar soporte a un gobierno en minoría que se equivocó gravemente por tomar la senda que conduce al desfiladero; parecía la mejor pero sorpresivamente comprobaron el poco tiempo que todo era fruto de un espejismo pasajero.
Y como los conductores kamikazes, en lugar de dar marcha atrás para recorrer parte del camino andado hasta llegar al cruce y tomar allí la buena carretera, se empecina en seguir a toda velocidad hacia el precipicio. A veces manifiesta alguna duda, deja de acelerar, incluso echa el pie al freno suavemente, pero nuevamente tiene que acelerar porque sus compañeros de viaje – que no de coche - le obligan a pisar a fondo, sabiendo que ellos no llegarán a despeñarse. Y entre tanto, los demás conductores observan desde la distancia la monumental hostia que se va dar el Sr. Mas con la pretensión de poder sacar migajas de los restos del tortazo.
Mañana de momento conoceremos la aceleración adecuada a que debe someterse a la máquina. Luego todo es también cuestión de matemáticas: velocidad es igual a espacio dividido por tiempo.

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