lunes, 23 de septiembre de 2013

Papa Francisco y mama Merkel

-        Casi todos los opinadores dicen que el mundo que va a salir de la actual crisis va a ser otro mundo, sin que ninguno de ellos se atreva a aventurar por donde irán los derroteros de este cambio. Hemos pasado de la refundación del capitalismo a su muerte, circunvalando la democracia participativa, sin que hasta fecha nada sustancial haya cambiado en la faz de la tierra. Siguen mandando los ricos sobre los pobres, los mercados sobre los políticos y las guerras frente a los pacifistas. Casi todos nuestros anhelos de transformación del mundo se han frustrado y sólo nos queda el consuelo de algunos movimientos ciudadanos no gubernamentales que consiguen más ruido que resultados – sin desmerecer éstos últimos, por supuesto -. Y, entre tanto, en este apático y desorientado mundo nos aparece por arte de magia un Papa que se declara no de derechas, diciendo cosas que hacen cuestionarse los interesados cimientos de nuestra civilización y chirriar muchos oídos de ese mundo religioso caracterizado por el inmovilismo tradicional. ¡¡¡ Anda que si la cacareada revolución llega de la mano de la Iglesia !!!. 11M, verdes, antisistemas, antieuropeos, grillos y piratas,… todos han quedado eclipsados por un argentino que se atreve a cuestionar el papel de la jerarquía eclesiástica en torno a la persecución de la orientación sexual, el papel de la mujer y el reparto de la riqueza, entre otras cuestiones. Supongo que Rouco, Camino y todos sus amigos se estarán mesando las vestiduras frente a ese sudamericano que se atreve a cuestionar las bases de nuestro credo. Sospecho que con la hipocresía que caracteriza el comportamiento de nuestra iglesia pronto no tendrán ningún problema en defender la libertad en la orientación sexual de cada uno. Quizá incluso algunos de ellos lleguen a admitir secretamente que con las últimas declaraciones de Francisco su paz interior ha quedado reconfortada tras años de lucha íntima entre la contradicción de sus mentes y la de sus pregones; hasta quizá algunos, los más osados de entre los osados, se atrevan a salir del armario y proclamar a los cuatro vientos que la homosexualidad no es ningún inconveniente para predicar sobre los principios católicos. Y entre tanto, la banda de Rouco, cautiva y desarmada, desorientada ante semejante giro, debe estar preguntándose con obsesión quién demonios habrá elegido a este Papa. La guerra ha empezado.

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La rechoncha Merkel ha ganado las elecciones. A muchos germanos les enternece ser dirigidos por esta horonda madre en cuyos pliegues y michelines se protegen ante los embates de este mundo. Su imagen de madre simpática y bonachona hasta en los andares parece haber cautivado a millones de alemanes que prefieren su liderazgo protector frente a todos los que no comprenden el egoísmo germano que otorga rozar las miserias de la crisis pero sin sufrir sus consecuencias. Pero no deja de sorprenderme esa simpleza en los primeros análisis electorales tras la victoria en votos de la mama Merkel porque, aunque haya subido en número de votos, no le queda otra que pactar sí o sí con una fuerza de la oposición. El arco parlamentario le deja sola ante el frente progresista, compuesto por socialistas, los autodenominados “izquierdas” y los verdes, que juntos obtienen más escaños que el CDU. Nunca mejor aplicado el término de triste victoria porque pese a subir la confianza de los votantes no le queda más remedio que pactar con los socialistas. ¿Supondrá esto algo positivo para la maltrecha Europa? ¿Verá España ventajas en esta coalición antinatural?. Creo que no porque el electorado ha dado un mensaje clarísimo: mama Merkel es nuestra protectora frente a todos los vividores chupasangres que nos rodean. Si consiguen que su gruesa humanidad se vea incrementada con alguna política social que beneficie a los más desfavorecidos, tenemos mama para mucho tiempo, mal que nos pese a los famélicos periféricos.                 

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